La respiración completa

El dilema del huevo o la gallina puede aplicarse al estrés y la mala respiración. Tendemos a pensar que la respiración superficial es efecto del estrés, pero perfectamente podría ser el origen. Hay muchos motivos que pueden llevar a respirar mal o de forma superficial. Y esto tiene efectos negativos en la digestión, el humor, la vitalidad…y en la estética. Son síntomas de una mala respiración la piel apagada, la falta de brillo en los ojos, el vientre abultado, la incorrecta postura corporal, y la fragilidad y caída de pelo, entre otros.

En las ciudades vivimos con prisa interior, tenemos asimilado ese estado de urgencia como algo normal, esto nos hace mantener de forma inconsciente una respiración que se corresponde más con estados emocionales alterados y con estrés. ¿Qué podemos hacer?

Cambiar el ritmo de nuestra respiración

¿Cómo? Hoy vamos a hablar de una respiración que aporta grandes beneficios a nuestro organismo pues logra la oxigenación de todas las células y la consiguiente depuración del organismo: la respiración completa, conocida por todos los practicantes de yoga, pero que hasta a ellos, -que tras la clase se enfrentan a su vida urbanita-, conviene recordarles. Se trata de una respiración que logra que el aire llegue hasta la parte baja de los pulmones provocando la extensión de nuestro abdomen con la inspiración y su retracción en la exhalación. Es la unión de tres tipos de respiraciones: la clavicular, la torácica y la abdominal. Y sus beneficios, además de notarse en la salud,- sobre todo a la larga-, se hacen pronto visibles en el aspecto físico: la piel gana en luminosidad, los ojos brillan, el tamaño del vientre disminuye y, en muchas ocasiones, la persona que tiende a encorvarse, yergue su postura de modo natural. Aprender a respirar bien es posible para todos. Podemos practicar en casa haciendo 20 respiraciones completas al día.

¿En qué consiste? Para empezar puedes tumbarte sobre una superficie plana y fijarte en cómo estás respirando. Probablemente tengas una respiración corta y rápida o clavicular. Fíjate en el lugar al que llega el aire cuando inspiras. Tal vez que no pase de la parte alta de los pulmones, observa cómo hace que tus clavículas se eleven en la inspiración. Procura inspirar más lentamente, es importante que lo hagas solo por la nariz. Al expulsar el aire hazlo también lo más despacio que puedas. Unas respiraciones después, empieza a concentrarte en bajar el aire. Lleva las manos a tus costillas y siente cómo se abren con la inspiración y se cierran al exhalar. Cuando lo hagas debes saber que has logrado llegar a la respiración torácica, mucho más saludable que la clavicular o superficial. Haz algunas respiraciones. Después coloca tus manos en el abdomen. Ahora al inspirar concéntrate en que el aire baje hasta la parte baja de los pulmones: siente cómo “engorda” el abdomen al inspirar, y cómo el ombligo baja al exhalar. Has llegado a la respiración abdominal. Ya puedes comenzar con la respiración completa: ve inspirando lentamente y observa cómo al ir entrando el aire primero se eleva la clavícula, después se abren las costillas y finalmente se infla el abdomen. Al expulsar el aire, lentamente, el abdomen “adelgaza”, las costillas se cierran y la clavícula baja. Haz 20 respiraciones.

Hay otros tipos de respiración más complejos que pueden tener poderosos beneficios en tu salud y en tu aspecto. Iremos hablando de ellos. De momento, el simple hecho de practicar diariamente la respiración completa, te ayudará a elimina tensiones, oxigenará tus células, ralentizará los latidos de tu corazón, relajará tu intestino, facilitará tus digestiones… y notarás una gran mejora en tu piel.